A propósito me pregunto cuánto hace que la noche no me encuentra sola
sin pastillas ni amantes opiáceos
que Dios bendiga
porque lo peor es la honestidad
de mi sufrimiento,
frente al espejo testifico una
batalla perdida.
Escándalo afuera, adentro mi
resonancia desorganizada,
me despide la belleza de las
cosas,
cierro ingiero tenso.
No habrá un asomo de silencio
entre mi cuerpo ésta noche,
destierro oxígeno de mi pecho
para rogarle que vuelva
y ruego y nadie escucha,
ni una bocanada plena.
La cortina indiferente.
Igual de mudo el llanto. Las
ilusiones.
Mi cráneo vulnerado por qué sé yo
qué tormentos
urgencias sin palabras, sin
piedad rayos comandados, específicos
no sé cómo decirte,
un panorama fulminante de mi y yo
no me encuentro.
Salgo a buscarme a la tarde,
a un manojo de razones coloradas,
ésto u aquello podría pero sé que
no es,
son razones que no encuentro
son razones que no encuento
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