domingo, 17 de agosto de 2014

Día del niño



Si la mañana me amara como yo le amo a veces, no vería el mundo otro mediodía.


Por eso fue vestida con rizos dorados y serpentinas, para que en mi infancia para siempre todavía, 
la niña que quisiera y no podría, despuntara sus zapatos queriéndole tener

a paso de evocación de rimas. 



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