lunes, 4 de febrero de 2008

Condicionada al reflejo


Mis lentes escondidos detrás del espejo. No son plausibles, dirían mis ojos asquerosamente carnales, pero aquella entidad que se incorpora cada tanto tiempo, los encontró.

Reposan finalmente en su caballete, descansan allí; y yo, mediocre y falaz, sólo percibo el cosquilleo en la nuca, el olor de repente intenso, el tiempo sustancialmente barroco, las onomatopeyas irrelevantes de un teclado común.

El espejo se desmaterializa, y es entonces cuando entiendo que lo que quiero ver está dentro de mi misma percepción… es la percepción en sí. Aquí integro mi disociación:

La que escribe quiere contarle a la que siente, cómo manejar tremenda facultad.