lunes, 6 de junio de 2011

Concierto de viernes

Anoche pegaba el primer frío intenso en la piel montevideana y quise aliviarlo con licor de café.
Entre la ansiedad, el alcohol y un leve ayuno andaba un poco mareada.
Todo estaba enchufado y ecualizado, de hecho ya había probado la voz. El bajista era argentino y muy capo. El batero y guitarrista eran ambos de pleno talento y buen gusto y todo podía salir bien. Las mesas lo suficientemente ocupadas, los mozos llevaban y traían su misión.
A mi me apretaba la garganta. Tragaba con filo, era mi realidad. Atontada escapaba a esos casos de borrachera iluminada y empezaba a confundir las letras que tenía que cantar. Me hacía consciente del zumbido y éste ocupaba todos mis frentes.
No quiero cantar. Dije en secreto a uno de los músicos pero fue lo suficientemente fuerte como para hacer eco en mi cabeza durante rato e ir colonizando mi cuerpo entero.
No quiero cantar. Ya comenzada mi crisis de ansiedad observé mi entorno. Nadie quiere escucharme, soy la interrupción, este lugar es enorme y me estoy perdiendo.
Hay que subir. Parte de la neurosis me impide quebrar códigos con mis compañeros, que a ésta altura tocaron dos instrumentales para dar tregua a mi negación. Voy a subir y hacer el ridículo. Mi cuerpo está tenso como afiebrado. Corro la silla, muevo las piernas, miento ignorar el frío que siento y subo. Mi corazón está en guerra. Clavo mis ojos en una pareja cualquiera y anuncio "un blues" a secas. Los músicos empezaron y yo sin encontrar el tono. Siguen otra vuelta, tengo los dientes apretados y un odio por mi misma en el que pierdo el tiempo de encontrar el tono otra vez.
Era una ausencia. Me largué de repente como una piña, con deseo de destruir. Con los mecanismos de defensa prontos para bancar el bochorno, un escudo gélido sobre la piel, y dejé salir mi voz como ella quisiera.

Y ella quiso estar bien. Quiso armonizar y quiso decir. Quiso llorar con belleza, quiso merecer el aplauso por haberse entregado.
Enseguida entendí que no iba a dejarme sola y se largaría al aire a tronar. Una canción escapa de las garras de mi cuarto, un impulso de vida con el coraje suficiente para existir con coraje.
Más tarde lloré esa revelación.

Éstas músicas llevan mi alma.

jueves, 2 de junio de 2011



El bien traerá el bien y el mal traerá canciones