jueves, 31 de diciembre de 2015

Amor de la vida

cuánto de vida y 
cuánto de melancolía ?
cuánto es suficiente ?

es vida si se cansa ?


En mi barrio, la pluma con sangre cuenta. 

sábado, 24 de octubre de 2015

Que me 
Estás
Escuchando
 
Abro sin voz 
La heladera
Es que vos la tenés 
abierta
Y la luz me intersecta
el hambre no.

Sin fruta
Que sacie 
Promesas 
La puerta merma 
La luz otra vez

Se sueña 

domingo, 12 de julio de 2015

Mingus: lo que he visto sin saber que vería



Bailan con el cerebro
tras las hojas
barren las notas desapareciéndolas
hacia el inmediato pasado
El frágil ensamble del momento que se va
y se sigue
yendo

Ésta pecera éste domingo
no escatima en belleza 
le llaman "música efímera" 
a tal convergencia
y postura
a tal inteligencia que hace frente
al caos

Melodía en todas partes cómo puede volar tanto 
el sonido tan amable tan acorde 
Como un sueño no recordaré 
nada de ésta noche

cada pista habilita un carril 
para Ser, 
frecuencias simultáneas y la cometa va
lejísimo
se habilita múltiple el despegue

Eso que aprendieron Dios mío
pinta
el dulce jardín que existe
y la flor enteramente nueva
los pétalos sutiles de la idea

Cuando la hora de la música,
 es tan digna la vigilia 
Y ésto que me sobra quiero dejar
de llamarle amor esto que 
cuando me subo a la música
sucede
le llamaré iluminación

efímera.
(Música efímera, donde 8 compositores escriben piezas que se tocan esa sola vez. Un domingo al mes en Bar Mingus, imperdible)
 

lunes, 15 de junio de 2015

El amor como la muerte
no descansa 
hasta ser reconocido y allí

es vuelo 



miércoles, 10 de junio de 2015

Si cabe ese miedo en tu corazón 

imagina el titánico tamaño 
 A menos que quieras morir de amor 

conviértete en eso que amas

viernes, 29 de mayo de 2015


belleza sujeta a verificación
no es la plena belleza
si al anochecer ruega
permiso al espejo

en relación uno con uno
jamás con el otro
uno con uno siempre 
y todos soñándonos separados
se ha inventado un plano inestable

usa la fuerza 
hacia dentro 
nadie se pregunta
¿es eso pleno?
lo pleno es y se cae el cielo otro
pleno existe vehemente nace un universo
son las mejores personas

paren hijos para verse 
en el éxtasis de ser realmente vistos 
de reconocer la unidad descomunal
y atrévanse a decir que la perfección no es cierta

belleza sujeta a verificación depende 
sólo de la miseria de turno
y no hay honestidad que valga si no grita: 
así te amo

domingo, 22 de marzo de 2015



El que no siente no sabe 



viernes, 20 de marzo de 2015

Sincronicidad




Hace unos años tuve una experiencia inusual y ciertamente transformadora, un estado de consciencia que solía ser fugaz y más leve, hasta aquel momento. Algo que creí que era un golpe de inspiración que persistió.

Aquel estado que comenzó en 2009 favorecía la creatividad a la hora de hacer música, a la hora de dibujar y más aún a la hora de percibir y pensarme. Una sensación de sincronización entre ser y crear. Simultaneidad entre ellas.

La relación con el tiempo llamaba mi atención intensamente, sentía percibir el infinito, estado que ahora, palabra mediante, no logro evocar. Experimenté sueños premonitorios, agudización de la empatía y la profunda percepción del otro, estado de gracia y plenitud.

Un atisbo de éstas experiencias se presenta antes de mi actividad creativa, precede al momento de por ejemplo, la poesía. A veces ligado a la escritura ó a veces también a la lectura. Creo que podría relacionarlo en general con un momento de repentina comprensión de algo y atención optimizada.

Aquello había comenzado una noche delante de la computadora, cuando extrañamente alterada por la presencia del mismo árbol de siempre tras la ventana de mi estudio, comenzó la vivencia . En ese momento dispuse la atención de mis palabras a describir y capturar qué emanaba de aquella imagen que se relacionaba conmigo a través de la emoción. Tras el velo de la apariencia del árbol, como otras veces, leía un símbolo. 
El tiempo parecía detenerse conmigo, igualmente erizado. El Yo se disolvía expandiéndose muy más allá de mi cuerpo físico, una sensación de identificación con una vasta red de información confusa que a su vez llamaba a mi frecuentemente habitada mente, al silencio de pensamiento.
Sobre mi escritorio vi un reloj de arena, souvenir de algún festejo de 15 años que mi hermano trajo a casa. El reloj machucado estaba detenido, con arena arriba y abajo, esa fue la primer sincronicidad. O sea, simultaneidad de dos eventos de forma no causal y relacionados por el significado (C.Jung), que a su vez relacionan el mundo interior con el exterior.

Esa madrugada apenas intenté describir lo que se me presentaba en un archivo, pero con una cuota de miedo me acosté a dormir con la esperanza de recuperar claridad y expresar lo sucedido a la mañana siguiente. La experiencia era de una intensidad inusitada para mi, que contaba en mi haber con experiencias gratas bajo la influencia de sustancias, pero no antes alcanzables en éstas condiciones.

A la mañana siguiente el descanso había sido completo y “despertar” traía consigo un nuevo significado. También traía un sueño: 

Anduve por un bosque a los saltos, las copas de los árboles principalmente me llamaban con toda naturalidad. Entonces apareció un sobre, flotaba sin que yo lo tuviera que sostener, y  “yo“ no sé qué era. Pero veía. El sobre de enorme magnitud se abrió y dejó ver una hoja en blanco. El orden de los sucesos se intercalaba, era, si pudiera describirlo con palabras, simultáneo. Mientras saltaba y planeaba de una rama a la siguiente, descubría tras el follaje una letra que además aparecía sobre la hoja blanca del sobre. Y así seguí, salto a salto despeinando ramas y liberando las doradas letras hasta develar su mensaje.
La carta dijo “Has sido invitada”.

Esa mañana mi respiración era más plena que usualmente. Mis sentidos se relacionaban muy sinestésicamente, el pensamiento parecía ordenado y constantemente poético. Funcionaba con mayor integridad e integración. Escuchaba la misma música que ahora mismo, las versiones de Jacques Loussier de las Gymnopedies de Erik Satie. Obras que hoy juzgo de profundidad y levedad por siempre anhelables.
Salí de casa expectante, todo podría apagarse tan repentinamente como se había encendido, sin embargo la información fluía aún libremente y regalaba su vastidad. 

Jamás mi soledad había sido tan profundamente halagada, por lo que la elegía.

Caminé hasta una estación de servicio en aquel estado, calma y conmovida por las personas y los sonidos. Cuando llegué, a mis pies brillaba una laminada y anaranjada entrada de cine sin usar. “La revelación “ era el nombre de la película que alguien nunca llegó a ver. Apenas sonreí en aquel estado de ensueño, dudé de qué significaba estar despierta, la sincronicidad se naturalizaba. El aire parecía cargado de intención.
Tuve la extraña sensación de que la habitual percepción se invertía. Como si yo fuese el mundo que ésta vez me miraba a los ojos. La expansión traía júbilo y liberación.
En ese entonces también la calidad de los recuerdos cambió. Como si cierta zona de los pensamientos estuviesen escondidos, olvidados y sólo se abrieran para su correspondiente formato de conciencia y comprensión. Entonces recordaba sueños y palabras recónditas que además me alimentaban en mayor y mayor profundidad, haciéndome más liviana.
Soñé un Buda azul y una lechuza dorada. También soñé vacas de once pisos de alto.
Investigué aquellos símbolos maravillada por el instrumento de la internet. Una red de información no física que nos conecta e invita a comunicarnos cada vez más a pesar del espacio. Nos comunica con proyecciones del otro, nos entrena (pensé en aquel entonces) para la telepatía. Me sentí  abrumada por aquella  sensación de sentido que relacionaba unas cosas con las otras y a mi Yo con el exterior, ahora indiferenciados. Me hice de la constante compañía de “Así habló Zaratustra” de Nietzshe, escritura que nunca antes había leído de ésta forma. Nada había leído antes de ésta forma.

Mi cerebro parecía estar enormemente más abierto para el aprendizaje y la contemplación, así como caía en pensamientos que me hubieran excedido en cualquier otro momento respecto a la ilusión del tiempo, la ínfima utilización del potencial humano y un intuído rumbo de la evolución.  Inspiración.

Así me encontré con Teilhard de Chardin, del que hice una lectura vergonzosamente escueta en cuanto a su investigación científica, pero sí identifiqué en su pensamiento acerca del punto Omega un camino parecido al que mi intuición buscaba.
Ésta experiencia transpersonal sugería que un día el hombre, omnisapiente y omnipresente, descubriría que él habría sido siempre un camino hacia la identificación de aquel Dios. Internet seguía emocionándome, como una plataforma de información conectada que favorecería éste salto. La introspección finalmente acabaría en esa revelación. Quizás Dios sea sencillamente nuestro potencial.

Me perdí en personas, paisajes, poesías y canciones como nunca antes. Pregunté por qué cantaban éstas aves en mi ventana y oí su pedido de que otros despertaran.  

Una noche de aquel verano en el frente de mi casa miré al cielo y en silencio pedí una estrella para confirmar que esto fuera una orden cierta, estrella que seguidamente apareció y me ganó una lágrima.
Sincronicidades de creciente belleza.

Asusté a mi madre con mis palabras, que cumplían algunos requisitos de diagnósticos psiquiátricos amenazantes, pero me preparé también para explicarle lo fácil que puede ser confundir una cosa con la otra. Mi experiencia me hacía segundo a segundo más profundamente sana. Y en Oriente habría sido comprendida de otra forma. Mantuve a mi ego encauzado, hubiera sido peligroso dejarlo adueñarse de la experiencia y caer en el “YO SOY” que desata tantas formas de locura.  Yo sólo estaba siendo atravesada.

Escribí y gocé lo que nunca antes.

Y ya mi vida había sido transformada por ésta comunicación con la naturaleza de la realidad. Un tejido de información milagroso y dotado de la sublimidad de su sola existencia.





               


domingo, 8 de marzo de 2015



El amor obra de formas misteriosas