martes, 9 de febrero de 2010

Ella no sabe llorar.

Qué miseria empedernida, de la mente el peor antojo
no te llamo un alma ciega, digo alma ¡abre los ojos!

Qué pobreza irredimible, qué impecable tu pobreza,
no ha faltado ni un demonio en el festín de tu cabeza.

¡Bienvenidos! ¡Los vicios todos, los todos idos,
los héroes sin proezas!
A la mesa, ¡tragad más hambre y sed de presas!

¡Bienvenidos! Los asesinos, los embriagados,
tomad más vino!
Sin camino, ¡locos zigzagueándose un destino!

Melodías balbucean en decrépita velada,
¡coros llenos de ironía! ¡Que no significan nada!

Asustada, inconciente de lo que apagó su encanto,
así suenan los placeres niña ¡tragando tu llanto!

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